Comunicación con nuestro compañero animal

Comunicación con nuestro compañero animal

Muchos de nosotros compartimos nuestra vida con un compañero animal, ya sea un perro, gato, pájaro, conejo o cualquier otra especie. Con ellos no solamente compartimos espacio sino tiempo del cual participamos dependiendo la ocasión de forma más involucrada que en otras. Los motivos por los cuales nos lleva a buscar la compañía de un animal son variados, pero el común denominador en general es la necesidad emocional de sentirnos acompañados y queridos. Nuestra sociedad desgraciadamente sufre del virus de la soledad. Las relaciones humanas están cada vez más en desuso ya que la comunicación se establece en la mayoría de las ocasiones de una forma virtual. En estos niveles de existencia, la realidad se ha vuelto tan pragmática que hemos perdido el sentido mamífero-emocional del propio humano. El abrazo, el beso, la caricia, en definitiva el contacto físico junto con el contacto visual se ha visto sustituido por la distancia social la cual ha sido reforzada en estos últimos recientes años. Casi todo se tramita a través de una forma virtual en la red. Esto, efectivamente tiene muchas ventajas pero también tiene algún inconveniente como es la falta de calidez cuando se trata de comunicación entre humanos. De alguna manera esta carencia entre otras muchas la solapamos incluyendo un ejemplar de la especie animal domesticada en nuestras vidas de la cual esperamos en ocasiones demasiado sin estar a la altura en reciprocidad. Pedimos mucho y creemos dar mucho por el simple hecho de que los alimentamos y lo sacamos de paseo solo en el caso de que esto sea estrictamente necesario. Deberíamos comenzar a plantearnos qué es lo que realmente nos aporta nuestro compañero animal y qué es lo que en reciprocidad nosotros le aportamos a él. La balanza ha de estar equilibrada para que la relación fluya en perfecta armonía.

Efectivamente no somos los humanos la única especie en el planeta con capacidad pensante, emocional y sensitiva. Para comprender esto, hemos de ampliar nuestra visión de la realidad para que deje de ser simplemente nuestra y pase a ser de ese otro al que queremos comprender. Muchas veces cometemos el gran error de querer que nuestra visión sea la única además de imperante sobre cualquier otra, lo que hace que perdamos la perspectiva de las diferentes realidades que nos circundan. Si generalizamos en el término especie animal: en él agrupamos todas las diferentes especies que viven en este planeta. De ahí realizamos un subapartado dónde reunimos a unas pocas especies animales que denominamos “domesticadas”. Sobre este término deberíamos reflexionar: ¿quién doméstica a quién?, ¿qué significa realmente? y ¿es lícito comprender que la domesticación se produce por la sumisión de una raza sobre otra?. Deberíamos replantearnos este concepto para poder transformarlo en uno nuevo que abrace no la supremacía de una raza que se considera más poderosa y más pensante sobre otra, sino que se aporten bidireccionalmente compañerismo, cooperación y comprensión. En definitiva, amor mutuo.

Es importante conocer a nuestro compañero ya que efectivamente él nos conoce en demasía sin incluso nosotros saberlo. La primera dificultad con la que nos encontramos es creer que nuestro animal “no habla», entendiendo esto como que no se sabe comunicar ni expresarse. Cuando en realidad somos nosotros los que no sabemos llegar a la comprensión de su lenguaje. Cada ser perteneciente a cualquier especie tiene la capacidad de emitir ondas de frecuencia en vibración las cuales emiten mensajes que han de ser descifrados por el receptor. Nosotros como humanos hemos desarrollado el habla a través de códigos cifrados que llamamos “lengua”. Esto nos sirve para comunicarnos entre los miembros humanos con un mismo código o lengua. Por ejemplo, si un alemán desea comprender a un español ha de aprender el código correspondiente, es decir, ha de aprender la lengua castellana. La mayoría de los humanos en nuestra arrogancia, creen que los perros, gatos y demás animales de compañía no saben “hablar”. Esto es absolutamente falso. El hecho de que no utilicen el mismo código expresado a través de sonidos como el humano, no significa que no sepan comunicarse, sino que tienen efectivamente otra forma de hacerlo y para ello podemos ampliar nuestra conciencia para que la comunicación entre humano y animal sea efectiva y coherente.

En conclusión, hasta el momento poco somos los humanos que hemos ampliado nuestra conciencia (y en conexión con nuestro ser) podemos percibir psíquica y emocionalmente de una forma clara lo que los animales desean comunicarnos. He de manifestar con total humildad, que yo soy una de esas humanas que comprende y se comunica con el reino animal siempre y cuando este lo desee. Por ello, he tomado la decisión de poner al servicio de otros este don para poderles ayudar en la comprensión y comunicación con vuestros compañeros animales de vida.

Si deseáis conocer mejor a vuestro compañero, si precisáis preguntarle para obtener respuestas, os puedo servir de intermediaria, en definitiva; de traductora ya que accedo al nivel vibracional y emocional del propio animal, siempre que este lo permita.

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